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miércoles, 25 de julio de 2012

Paseo por el desarrollo 2

Paseo por el desarrollo 2
A ritmo de autopista

Si tomamos los últimos 30 años del siglo XX como período de análisis de la realidad presente, tenemos la informática (ciencia de la información) como motor impulsor de los cambios acaecidos. Y el desarrollo automovilístico como reflejo de los avances sociales en su doble vertiente: la mejora de la herramienta "automóvil" y la mejora de la estructura necesaria para aprovechar los avances de la herramienta: la red viaria y, principalmente, las autopistas.

En 1975 se remataba en Galicia el "Plan de Accesos" que modernizaba la obsoleta red de caminos del siglo XIX.

La incorporación a Europa en 1986 permitió que, llegado el año 2000 se inaugurasen las dos principales autopistas de acceso a Galicia: la A-6 por el Cebreiro en Lugo y la A-52 por el Padornelo y la Canda en Ourense.

En 2013 termina el plazo de devolución de los dineros que Europa aportó para la construcción de las autopistas de Galicia. Llegada la fecha nos veníamos a enterar de que los dineros que llegaban, aparte de servir para el fin principal, fueron desviados por las entidades financieras para usos no tan ortodoxos.

Podemos buscar responsables y tirarnos de las greñas, pero no podemos aplicar la del anuncio: "ahora pedimos Casera, y como no tendrán, nos vamos sin pagar". Y no podemos hacerlo si queremos evitar que durante otros cien años sigamos siendo para los ojos de los foráneos el país de la picaresca y el engaño desconfiante. Y no podemos hacerlo por mera cuestión de orgullo personal: lo que se compromete, se cumple; cueste lo que cueste.

Pero este paseo lo quiero rematar en otro punto. Demos por descontado que pasa 2013 y pagamos nuestras deudas. Ya tenemos autopistas. Unas autopistas que en el caso de un país pequeño y escarpado como Galicia, que obliga a hacer grandes desmontes allá por donde pasan, y ocupan una superficie de terreno mucho mayor que en un país llano como Galicia. ya tenemos autopistas que bordean las 7 grandes ciudades convirtiendo en paisaje urbano una amplísima área de, hasta ayer, paisaje rural.

Sería pertinente irse planteando las preguntas que harán que nuestros nietos disfruten de un modelo u otro de civilización: ¿Es el modelo urbano lo que queremos? ¿Qué núcleos conviene preservar? ¿Queremos un modelo de desarrollo que termine de enterrar la cultura artesano-agraria tradicional? ¿Queremos recuperar técnicas tradicionales de producción? ¿O nos basta con recuperar las técnicas pintorescas para dar contenido a los parques temáticos en que los indígenas desarrollen la danza del fuego para contento de turistas?

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